19 oct 2014

De las posaderas peludas de Heracles al mercado de monos en el Mediterráneo.


Los cercopes eran dos hermanos ladronzuelos (y bastante pesados).  Un día se toparon con Heracles que estaba durmiendo a la sombra de un árbol e intentaron robarle.  Heracles al pillarles con las manos en la masa los agarró y ató cabeza abajo, cada uno a un lado de un palo.  Se colgó el palo al hombro y echó a andar, continuando su camino.  Los dos pilluelos, cabeza abajo, vieron las posaderas de Heracles, que debido a su exuberante pelambrera negra se pusieron a reír.  Heracles se contagió de la risa y los dejó en libertad.

Tras lo ocurrido, Zeus enfadado los transformó en monos, y los trasladó a las islas conocidas como Pitecusas, en la bahía de Nápoles.  Las Pitecusas o "las islas de los monos", proviene de la palabra en griego pithekos, que era como los griegos llamaban a estos bichitos.

Leemos su transformación en Ovidio:

"Como que de los dioses el padre, el fraude y los perjurios de los Cércopes
un día aborreciendo y las comisiones de esa gente dolosa,
en un desfigurado ser a sus varones mutó, de modo que igualmente
desemejante al humano y semejantes parecen,
y sus miembros contrajo, y sus narices, de la frente remangadas,
aplastó y de arrugas roturó de vieja su cara,
y velados en todo el cuerpo de un dorado vello
los mandó a estas sedes y no dejó antes de arrebatarles el uso
de las palabras y, nacida para los perjurios, de su lengua.
El poder lamentarse sólo con un ronco chirrido les dejó."

De ambas islas Pitecusas (Isquia y Prócida) salían muchos de los monos (no todos) con los que se comerciaba en el mar Mediterráneo para distracción de en las casas más adineradas.



La foto es de la Embajada española en Lisboa.
La historia está extraída de la nota a pie de página
de la traducción de Diodoso Sículo, Libro IV, VII,
 para Gredos de Juan Jose Torres.
Y Metamorfosis de Ovidio XIV, 90-100, 
traducción de A. Pérez Vega para Alianza.



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